Todo el mundo necesita tener algo en que creer. Algún motivo para apagar el despertador y no seguir tirado en la cama. Me reconforta saber que he llegado a encontrar cientos de motivos, que a la vez podrían ser ninguno, ya que no me apoyo en la exactitud de ninguna razón bien definida que le dé significado a esta sucesión de instantes que llamamos vida, sino en la certeza de que esa razón existe y está allá afuera; una, o dos o tres, o cientos de ellas, cosas que merecen la pena ser vistas e imaginadas, ser tocadas, ser. Creo que cuando más sentido podemos hallar es cuando no tenemos ninguno y abarcamos la posibilidad de que haya infinidad de ellos a la vez, cuando hay montones de miradas y ninguna es la correcta, cuando oyes distintas frases y ninguna es la que esperabas escuchar, incluso te alegra saber que esas palabras están aún por llegar. Cuando pasan las horas y sonríes, y no pasa nada especial pero es justamente esto lo que hace que lo vulgar se convierta en hermoso, cuando aún no hay nada y el tremendo vacío es tan hondo que te mastica las entrañas y las despedaza. Entonces, justo entonces, es cuando menos vacío hay en realidad, pues te alimentas con la incertidumbre de que, quizás, todo sea posible. Cualquier cosa.
holaaa, te sigo, me sigues? tengo dos blogs :)
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